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Mensaje Especial



El mayor de los regalos

    

 


En Navidad, dedicamos tiempo a hacer una pausa, a recordarnos más y a celebrar. Aunque el mundo y sus aflicciones se nos opongan, tenemos muchas razones para celebrar... Es tiempo de unirnos, de regocijarnos, de ser generosos y dar regalos a cuantos podamos. ¿Y por qué? Por gratitud... Porque el regalo más grande ya nos ha sido dado. Dios nos dio a su Hijo para salvarnos. Está escrito en las Sagradas Escrituras:

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16)

En esta época del año, cuando gran parte del mundo dedica tiempo a celebrar el nacimiento del Hijo de Dios entre los hombres, las personas se vuelven más sensibles, más receptivas y se renuevan con la esperanza. En este punto, es interesante observar cómo el dar y recibir regalos afecta la esperanza de las personas. Algunos esperan recibir y se alegran de ser recordados, otros esperan que sus regalos sean apreciados y llenen de alegría los rostros y los corazones. Por lo tanto, es importante recordar que el regalo más grande, el que mantiene viva nuestra mayor esperanza, llegó al mundo de la siguiente manera:

"18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.

19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.

20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.

22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:

23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.

24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.

25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS." (Mateo 1:18-25)

Ante esto, es maravilloso recordar que los dones de Dios son irrevocables. Que Dios dio a su Hijo y que nadie nos lo puede quitar. Que solo existe una posibilidad de no tener al Hijo de Dios, ya que nos fue dado y es Dios con nosotros. La única posibilidad es que no recibamos el mayor de los regalos. Quien recibe el regalo, lo tiene. Quien no lo recibe, se queda sin él. Por ejemplo, como leemos, José estaba a punto de dejar a María en secreto, pero escuchó y obedeció al ángel y la recibió, recibiendo finalmente también "a lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo", el Hijo Jesús.

Por lo tanto, ¡necesitamos recibirlo! La palabra de Dios nos muestra que algunos recibieron a Jesús y otros no. Está escrito:

11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.

12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;" (Juan 1:11-12)

Así que, esta Navidad, recibe el mayor regalo: déjalo entrar en tu corazón, en tu hogar, en tu vida, en tu familia, en tu salud, en tus finanzas y en tus planes presentes y futuros. Deja que Jesús entre, more en ti y reine para siempre.

Para ello, oremos así:

Dios mío y Padre mío,

Te doy gracias por darme a tu Hijo para salvarme.

Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios, que murió en esa cruz para pagar por mis pecados y que resucitó de entre los muertos por tu poder.

Acepto a Jesús como mi Señor y Salvador.

Pido que mi nombre sea escrito en el libro de la vida y que pueda vivir eternamente con el Señor Jesús.

Amén.

Así que, verdaderamente bendecidos, ¡sigan al Señor Jesús siempre! Gloria a Dios.

Que Dios te bendiga y te guarde en Cristo Jesús.

¡Feliz navidad!

Misionero Ricardo.



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